En la mayoría de las ocasiones nos olvidamos de la importancia que tiene lo que decimos y cómo lo decimos.... SE IMPECABLE CON LA PALABRA.
Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o como magia negra depende de cada cual.
Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
El silencio es tremendamente poderoso también. La falta de palabra, la ausencia de comunicación, de explicación..... El silencio escuda y suele encubrir la falta de ingenio y la torpeza de lenguas. Trás el silencio se reguardan los mentirosos, los que no van de frente, los cobardes.... Tú desconfianza me inquieta y me cuestiona, y tu silencio me ofende....
Si somos conscientes del poder de nuestras palabras (y de nuestros silencios), de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia blanca empezando por ti.