1 de enero de 2012

Mantones y abanicos


Hace apenas una semana alguien muy importante me escribió "las personas que no se preocupan por su pasado, jamás podrán mirar hacia el futuro...". Esta foto está tomada en la Alcaicería granadina, uno de los lugares mas emblemáticos de la ciudad. La Alcaicería se fundó en el s.XIV junto a la Mezquita Mayor en la época de Muhammad V. Su nombre proviene del árabe "al-qaysariya", que designa una institución comercial y los edificios que la componen. Otros aseguran que el nombre significa "la casa del César" o "pertenece al César", nombre dado en honor al emperador Justinian que permitió a los moros vender seda en esta calle. Tradicionalmente, estos bazares se situaban en el centro de la ciudad, con unas fondas donde los comerciantes podían alojarse, y con puertas en todas las entradas que se cerraban por la noche para evitar el pillaje. Tras la conquista de la ciudad en 1.492, los reyes cristianos organizaron su gobierno, manteniendo instituciones y costumbres musulmanas aunque nombrando siempre a un gobernador entre los miembros de la nobleza. En el s. XVI contaba con casi 200 pequeñas tiendas. En el s. XVII se vendía todo tipo de seda, tejida y en madeja, oro, paño, lino y otras mercancías. En el s.XVIII el cultivo de la seda sufrió un gran retroceso y algunas tiendas se quedaron sin alquilar. El recinto estaba por entonces dividido en dos partes: una, con las lonjas o tiendas de comercio de la seda, y la otra, con la aduana y sus oficinas. Y así poco a poco, se fueron instalando escribanos, lineros y otras tiendas sin relación con el arte de la seda.
Durante la noche del 19 de Julio de 1.843, hubo un incendio en una de las tiendas donde se fabricaban cerillas en la Calle Mesones y todo el bazar original quedó reducido a cenizas. Pronto fue reconstruido pero nunca recuperó su importancia.

Sin embargo esta tienda de la foto nos recuerda lo que un día fue la Alcaicería granadina. Los mantones de Manila, procedentes de China, se realizaban en seda y eran bordados a mano. Los motivos, que eran decoraciones típicas de China, se fueron cambiando por otros mas típicos de nuestra zona... flores, pájaros, macetas, etc. El mantón toma su nombre de la ciudad de Manila, la capital de la antigua colonia española de Filipinas, de donde procedían gran cantidad de productos de Oriente que eran embarcados por galeones españoles para traerlos al país. España y México fueron las "impulsoras" del mantón de Manila, ya que una de las rutas principales del comercio marítimo desde Manila, pasaba por Veracruz y por Sevilla. Originalmente no tenían flecos y fue en España donde se le añadieron. En un principio era una prenda destacada entre las mujeres de la alta sociedad, pero poco a poco se incrementó su uso entre las clases mas populares hasta convertirse en una moda muy cotidiana. Posteriormente, esa moda pasó y el mantón de Manila quedó como una prenda tradicional la cual siempre refleja un toque de distinción y elegancia.

Tenemos constancia de la existencia de los abanicos desde la época prehistórica donde se utilizaba cualquier instrumento a forma de abanico para avivar el fuego. Egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos también lo utilizaron en diferentes tamaños, materiales y con empuñaduras distintas. En Occidente, durante la Edad Media, el abanico o "flabelum" pasa a formar parte de la liturgia cristiana, empleándose en la consagración para proteger la Eucaristía de los insectos y refrescar al celebrante. En España, las primeras referencias del abanico aparecen en la Crónica de Pedro IV de Aragón (siglo XIV), en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey "el que lleva el abanico". Entre los presentes de Colón a Isabel la Católica al regreso de su primer viaje a América, figura un abanico de plumas, material en el que también estaban realizados los cinco encargados por Germana de Foix (segunda mujer de Fernando el Católico) en 1514.

Seda y color, historia y actualidad,  pasado y presente, se mezclan en los mantones de Malina, los abanicos y la Alcaicería granadina del s.XXI. Parte de nuestro pasado que nos permitirá comenzar el camino (...).

2 comentarios:

  1. Levantó la mirada y lo vió allí. Era amarillo y una flor roja bordada destacaba en el centro. Los flecos caían airosos por todas partes y chisporroteos de hilo verde terminaban la decoración. El mantón negro de al lado también era precioso, pero no era lo mismo. No podía decidirse por aquel color para la ocasión, sin duda no resultaba el adecuado. Con el rojo no se sentiría completamente segura, por ese motivo lo descartó también. Y el mantón blanco …. definitivamente no era para ella, no tenía que darle más vueltas. Así, igual que llegó a su mirada el mantón amarillo se deslizó entre sus hombros resbalando por los brazos. Hoy sí, hoy era el día. Salió airosa al patio, cruzó la verja y cerró tras de sí el portón … Hoy ella y su mantón amarillo saldrían triunfantes.

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  2. Precioso Silvia, gracias por tu comentario, es perfecto.

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