3 de marzo de 2012

LA ESPIRAL


No es que sea muy especial esta foto, sin embargo refleja muy bien lo que decía hace un par de entradas, en la foto del carnaval. Y me explico. Comentaba que hay cosas que me gustaría hacer en ocasiones y para las cuales necesitaría ponerme una máscara de tal forma que nadie me pillara "infraganti" en el momento exacto. Eso, o bien estar resguardada por la oscuridad de la noche o, como en este caso, por el despertad del día. A diario aún no he encontrado el hueco para apuntarme a un gimnasio o hacer ejercicio físico, pero los fines de semana suelo levantarme temprano a caminar al menos una hora. Con cámara en mano por supuesto. Disfruto el momento del amanecer del día, al contrario de cuando era joven que me gustaba mas trasnochar. La ciudad está tranquila, en fin de semana las calles vacías, en invierno mojadas en ocasiones por la lluvia de la noche anterior, y en primavera una gozada. Me gusta mirar hacia arriba y descubrir nuestra arquitectura, los detalles, cosa que habitualmente no hago al caminar por la ciudad. Me pierdo muchas cosas durante el día, cuando voy corriendo mirando el reloj porque no suelo llegar a tiempo o se me van los ojos a los escaparates de las tiendas... En playa me pasa lo mismo, me gusta salir por la mañana a pasear. Subo a las montañas y disfruto de una vista privilegiada del mar y la costa, de los acantilados, del silencio y en algunos puntos del camino del estruendo de las gaviotas (porque arman una por la mañana...!!!).
Esta foto está tomada el fin de semana pasado, en una de mis salidas matutinas por la playa. Resulta que siempre paso por un parque infantil, lleno de columpios en el que el mas grande de ellos consiste en varias escaleras, puentes y rampas que suben hasta una torre de donde parte un tobocan de nuevo hasta el suelo. Pero un tobagan que es un tubo metálico cerrado. Cuando yo era pequeña eso no existían por supuesto. Así que miré a ambos lados y pensé "ahora o nunca". Empecé a subir lentamente, sopesando donde ponía cada pie para no caerme, pensando en la sensación que tendrían los niños al subir jugando. Aquello estába altísimo!!. Cuando llegué arriba, me paré a calcular la distancia del suelo....tres...cuatro metros como mucho....pero la sentación era de mas. Miré la playa y la perspectiva que se tenía desde allí. No había nadie a la vista. Me asomé por el interior del agujero del tubo, pensé unos cinco segundos... y me tiré a experimentar la sensación. No me extraña que los niños no paren en toda la tarde de andar escalando por el dichoso columpio para tirarse una y otra vez !!!. Una vez abajo tiré esta foto, para "inmortalizar el momento". El tubo metálico visto desde dentro. Se veía precioso, brillante, con el sol comenzando a entrar por la parte de arriba. Y esa es la foto que os traigo hoy. Realmente una estupidez, pero la vida está llena de momentos estúpidos (unos mas y otros menos), lo importante es disfrutarla. Espero que os guste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario